jueves, 14 de octubre de 2010

Sueños.Olores.Colores.

Recuerdos vagos de una tarde otoñal
El otoño me gusta, antecede al invierno. Recuerdo aquellas tardes invernales, las recuerdo muy bien, en las que salíamos a pasear. El otoño es rojo, anaranjado, café, y algunas veces gris. Recuerdo el frío, el viento y hasta tus gritos cuando el café se enfriaba rápido. Eras adicta al café, igual que yo lo soy del mismo y, del cigarro. Me gustaba verte sentada en el parque, recargada en un árbol, sosteniendo tu cigarro, tu café humeante y ese inseparable libro de Rimbaud.
Tú…me decías que te gustaba verme mientras leía, que te gustaba verme dormir.  
Ahora ya no, no te veo fumar, ni tomar café, ni leer a Rimbaud. Sólo te veo en unas extrañas fotografías en sepia, carcomidas por los otoños pasados, olorosas a nieve derretida del invierno que viene.
Siempre me dijiste que nunca nos separaríamos, que siempre estaríamos juntos.
No puedo olvidar tus palabras.
Poseo un recuerdo viejo del sonido de tu voz, parecido al viento que sopla en las noches otoñales.
—Nunca nos vamos a separar—me decías
—nunca—contestaba yo convencido de que así sería
Y nos abrazábamos, y dejábamos que la primavera llegara.
Pero te fuiste, me dejaste. No cumpliste tu promesa, siempre supe  que te irías.
Ya ha pasado un otoño más, y vendrán muchos…el café se ha enfriado, el cigarro se consumió sin ser fumado, el libro sigue cerrado sobre un buró, con el separador en la misma página.
—Y no te extraño— estas fueron las últimas palabras durante mi sueño.