martes, 12 de abril de 2011

Pintura: Yvonne y Magdeleine recortadas. Autor: Marcel Duchamp
Entre la abstracción y mis pesadillas
Fue ayer que dormí como hacía tiempo no lo hacía. Llegué cansado a casa e inmediatamente me metí a la cama.Eran las cuatro de la madrugada cuando desperté sobresaltado.
Fue una pesadilla -pensé-la peor de las pesadillas. Yo, parado sobre un fondo rojizo. Yo, asustado. Yo, corriendo.
Múltiples rostros, carentes de tronco, de piernas, de brazos. Me perseguían susurrando mi nombre. Rostros con aparente nariz que aspiraban desesperadamente mi olor. Eso parecía.
Yo sentado sobre el borde de mi cama me reiteré que sólo había sido una pesadilla y traté de volver a dormir.

lunes, 11 de abril de 2011

                          :Fragmentos hilados:

Salí después de un encierro casi perpetuo. Al principio el sol cegó mi vista, quemó mi piel en pocos segundos. El viento cálido de marzo chocaba contra mi rostro dando una sensación de alivio, de paz, de libertad.
Las cadenas que me mantenían atado se rompieron. Cayeron sobre mis pies hechas trizas. Sentí cómo la libertad me ahogaba, era una sensación agradable. Al sentirme libre te busqué sin encontrarte. Busqué tu rostro, tu silueta entre las calles inundadas de caras irreconocibles.
No te encontré. Deambulé horas incontables buscándote. Pesquisas fallidas.
Fue en una vida digital donde te encontré. Una vida paralela a la real, donde no había nombres, apellidos o texturas reales. Allí estabas.
Líneas interminables de unos y ceros ligaron la irrealidad a un escenario palpable. Me ligaron a ti, me sentí extraño ―no lo niego―. Al principio hubo pena, desconfianza, miedo. Aquel día una sensación de café y chocolate navegaba por mi boca. Después empezó la historia que no ha terminado y que espero sea prolífica. Espero que no se detenga ante los minutos y horas que Cronos arroja al viento.
Y así comenzó todo. Nuestra historia empezó con un café, sentados durante horas frente a las luces de la ciudad. Imaginando un mundo mejor, una vida tan real como la que soñé durante el encierro. Mientras estuve preso de la soledad.

miércoles, 6 de abril de 2011

                                                                         


                                  ::Tú::
Caminé. Caminé mucho
tiempo en tinieblas fue lo que dije a mi psicólogo
Seguí hablando por más de dos horas.
Le conté mis problemas personales, el trabajo y la familia.
Permanecí hablando por una hora más.
Y ahora, ¿cómo te sientes? ―preguntó
el señor de pantalón kaki y camisa violeta―

¿Ahora? ―contesté dubitativo―
Sí, ahora que dices que ya no caminas
en línea recta y bajo la oscuridad ―replicó―

Ahora encontré a una persona, la
encontré justo cuando menos la esperaba. Todo se dio de manera natural, nos
conocimos, salimos un par de veces y ahora, ahora véame…

―continúa, dijo el psicólogo―
Pues hace honor a su nombre―dije―
Cómo se llama―volvió a interrumpir­―
Sólo le puedo decir eso, hace honor a
su nombre. Es como un ser celestial.

Tiene nombre de eso, de esos seres que
dicen nos acompañan durante toda nuestra vida―fue lo último que dije antes de
salir del consultorio­―.